Orígenes de la teoría de la evolución 7

La teoría fantástica 7 – Eslabones perdidos

Fuente de todos los vídeos y textos de esta entrada:
La teoría fantástica (o cómo se creó el mito de la evolución) documental de los doctores Antonio R. Martínez, Santiago Escuain, Alejandro García y Ramón Gómez. Producido por Altoconcept

Haeckel nunca llegaría a encontrarlo, sin embargo otra persona proclamaría haberlo hallado, el devoto seguidor de Haeckel, Eugene Dubois.

Entonces Eugene Dubois decidió que él iba a ser quien encontrase el eslabón perdido, el pitecantropus, que ya existía en cuadro pero todavía no existía con datos en la mano.

– El hombre de Java

En la isla de Java, que hoy es Indonesia, encontró unos restos, unos huesos. En concreto encontró un cráneo, tres dientes y un fémur.

Cuando encontró el fémur humano telegrafío a Haeckel consultándole. Y Haeckel telegrafió de vuelta diciendo: “Del inventor del Pitecantropus a su feliz descubridor”.

Estos restos no aparecieron en el mismo lugar, había 15 metros de diferencia entre unos y otros, por lo tanto no podemos afirmar que pertenecieran al mismo individuo. De todas formas el análisis posterior confirmó que dos de estos dientes pertenecen a un orangután y el tercero era humano.

Por cierto que, también, poco antes de morir, Dubois reveló que había encontrado dos cráneos humanos en un terreno que geológicamente se correspondía con el de Solo, el Río Solo, donde había encontrado el hombre de Java. Entonces, ¿cómo podía encontrarse el hombre junto con su antecesor? Esto en base a la tesis evolutiva no cuadra.

No obstante, Dubois seguiría aferrándose a la idea de que su hallazgo era, sin duda, los restos de un simio evolucionado; en otras palabras, un eslabón perdido.

– El Hombre de Piltdown

Los paleontólogos evolucionistas en su celo por encontrar evidencias que confirmen su teoría se han equivocado varias veces en la interpretación de los hechos. Uno de los casos más claros fue el hombre de Piltdown. Fue encontrado en el sur de Inglaterra.

Estos restos de cráneo, encontrados por Charles Dawson, serían avalados por gran número de científicos. Por su parte, la prensa internacional haría gran eco de esos restos tan preciados.

Cuarenta años más tarde cuando estos huesos fueron expuestos a la comunidad científica y se pudieron estudiar detenidamente se descubrió que parte de éstos procedían de un mono y parte de un hombre, que los huesos habían sido modificados, habían sido envejecidos de forma artificial para hacer creer que efectivamente procedían de un hombre mono. Hoy en día todo el mundo reconoce que el hombre de Piltdown es uno de los fraudes evolucionistas más conocidos de la historia de la ciencia.

– El hombre de Nebraska

Por otro lado, al poco tiempo de descubrirse los restos de Piltdown, y por tanto, de no conocerse todavía la verdad, Estados Unidos daría noticias de un nuevo descubrimiento: El Hombre de Nebraska.

Lo que destaca mucho es que en la prensa de aquel día como se publicitó este descubrimiento, con unos dibujos de este hombre andando en posición simiesca con la fauna atrás, su mujer estaba en un rio, digamos haciendo sus labores… todo este lujo de detalles con el que se ilustraba este descubrimiento partía de un solo diente que se había encontrado.

Y aquel descubrimiento fue avalado por el profesor Henry Fairfield Osborn que era a la sazón director del Museo Field de Historia Natural.

Curiosamente Osborn sería una de las personas en avalar el descubrimiento de Piltdown; además de crear su propia teoría acerca del mismo.

Este descubrimiento del Hombre de Nebraska tuvo su relevancia histórica porque en aquel momento, en los años 20 fue cuando se realizó el famoso juicio Scopes.

El Juicio Scopes, uno de los procesos judiciales más célebres sobre la evolución, fue un caso legal al que se acusaba a John Scopes de haber enseñado evolución humana en el estado de Tennessee; lo cual estaba prohibido bajo la ley Butler.

En las escuelas públicas no se podía enseñar que el hombre venía del mono. Primero porque no estaba demostrado. Segundo, porque la población del estado de Tennessee tenía su voto. Era una ley que había sido promulgada representando a sus ciudadanos. Entonces la Asociación Americana de Libertades Civiles planteó un caso prueba en la que convencieron a un profesor de deportes que se auto-inculpase que había enseñado evolución para probar la Ley Butler. Y para ver si luego se podía derrotar esta ley en estancias superiores. Ya sabían que el profesor quedaría condenado. Multa de cien dólares y nada más. No hubo prisión. No hubo toda la comedia que se pone en las películas como la Herencia del Viento.

Es curioso porque una de las partes, la que tomaba la posición evolucionista se mofaba de la otra parte que era un hombre originario de Nebraska, y hacía toda una serie de burlas porque habían encontrado este diente que era un hombre de Nebraska igual que él.

Naturalmente aquel juicio… el profesor fue condenado pero al final hubo un tema técnico, la cosa no siguió adelante y la cosa quedó como el rosario de la aurora excepto por un factor: hicieron una campaña de la que se hizo eco mucha prensa de los Estados Unidos, ridiculizando al cristianismo, ridiculizando el relato bíblico de los orígenes y poniendo pues al profesor evolucionista como el gran héroe del día, y era todo falso.

Tan falso que Scopes, en aquel momento, ni siquiera tenía novia.

Luego posteriormente el profesor Scopes dijo que él ni se acordaba que hubiese enseñado evolución. Que él desde luego no recordaba haber enseñado tal cosa. Pero esto fue en declaraciones posteriores cuando ya estaba todo acabado y toda la propaganda y todo el daño ya hecho.

Además Scopes declararía en privado que sus estudiantes habían sido instruidos por los mismos abogados a mentir en el estrado. El profesor, temiendo a sus abogados, nunca llegaría a revelar la verdad.

O sea fue un gran éxito de propaganda en el que el hombre de Nebraska tuvo una gran parte, por cierto.

Y que luego fue este diente que dos años más tarde la misma revista Science publicaba que no se trataba de un diente de un humano sino que se trataba del diente de un cerdo.

– Lucy

A pesar del fracaso del Hombres de Java y Nebraska, los paleontólogos no perderían los ánimos. Desde entonces se encontrarían varios supuestos eslabones perdidos, sin embargo, ninguno sería tan convincente como el encontrado en 1974 por Donald Johanson en Etiopía, un fósil llamado Lucy.

Lucy es otra propuesta del eslabón perdido, que también tiene muchas similitudes con el fenómeno del hombre de Nebraska; es decir, el fósil que se encontró no tenía pies, sin embargo los modelos que se presentan en los museos, los pies son perfectamente humanos. Tampoco tenía restos de manos, y las manos son perfectamente humanas. Y son todas estas características que le da este aire humano. Hay alguna foto donde Lucy se representa incluso con cara pensativa y con el blanco de los ojos, que es una característica humana, para dar esta imagen de verosimilitud, que sin embargo no tiene una base científica real.

Johanson admitiría que el cráneo de Lucy, tan pequeño como el de un chimpancé, no podía ser evidencia de evolución, por lo que concluiría que la prueba se encontraba en su bipedismo; en otras palabras, Lucy empezó a caminar de manera erguida antes de desarrollar su cerebro. Así, Johanson postularía que la evidencia se encontraba en su cadera.

Una anécdota bastante característica y bastante ilustrativa sobre el tema de Lucy es el tema de su cadera. Su cadera no tiene una forma que pueda permitir a la especie caminar de manera erguida. Por lo tanto, lo que se imaginó, lo que se postuló fue que posiblemente esa cadera durante el proceso de fosilización se hubiera aplanado o se hubiera deformado.

Según el anatomista Owen Lovejoy estos pedazos de cadera, al cabo de millones de años bajo fosilización, habrían acabado formando una pelvis con una forma diferente a la original; la cual habría estado, supuestamente, adaptada para la bipedismo. No obstante, Lovejoy daría con la solución.

Recorte documental – “In Search of Human Origins”(PBS/NOVA):

Lovejoy decidió que podría restaurar la pelvis a su forma original. No quería alterar el original así que hizo una copia con yeso. Cortó las piezas dañadas y las junto otra vez en la forma que se encontraban antes de la muerte de Lucy. Era un trabajo delicado pero después de sacar los obstáculos de la pelvis todo encajaba a la perfección, como un puzle tridimensional.

Esto es un ejemplo de no permitir que los hechos experimentales te arruinen una buena teoría.

A pesar del ingenioso plan de Lovejoy, los antropólogos Hausler y Schmid concluirían que la reconstrucción de esta pelvis tan fragmentada era demasiado complicada para obtener algún resultado fiable. Además, estos mismos antropólogos cuestionarían su feminidad: ahora Lucy era un macho y su nombre Lucifer.

Por otro lado, estudios realizados por los antropólogos Stern y Susman sobre fósiles relacionados concluirían que la anatomía de Lucy estaba adaptada para vivir en los árboles.

Es sencillamente un tipo, anteriormente desconocido, de criatura antropoide; y no se puede decir rigurosamente nada más.

Cuando son identificados estos errores o cuando cambia la teoría, normalmente, el público no es consciente de ello, no hace primera plana; e incluso uno de estos escándalos, uno de estos fraudes, siempre va acompañado de otro descubrimiento, de otra teoría que postula: “ahora sí que lo hemos encontrado”. No se enfatiza que pasó con lo anterior. Hemos estado 30 años creyendo una mentira.

– Fósiles transicionales

Los libros dirigidos al público suelen decir que el registro fósil demuestra la evolución, pero las autoridades de paleontología saben que esto no es cierto y algunas de ellas son bastante sinceras como para decirlo; como el difunto Stephen J. Gould, de la Universidad de Harvard. Y él dice que “la rareza de las formas de transición en el registro fósil es el secreto mejor guardado del gremio de los paleontólogos.”

…Si paleontólogos de Harvard, del Museo Británico, del Museo Americano, del museo Field de Chicago; gente eminente, realmente especializados en este tema, dicen: no.

No existe en realidad ninguno de esos fósiles transicionales. No existe un fósil en el cual veamos que se está transformando de un género a un género distinto. No vemos una aparición gradual de nuevos órganos que no existieran ya en el género original. En resumen, no tenemos ningún fósil transicional.

Continuará…

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