Orígenes de la teoría de la evolución 3

La teoría fantástica – 3 La columna geológica

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La teoría fantástica (o cómo se creó el mito de la evolución) documental de los doctores Antonio R. Martínez, Santiago Escuain, Alejandro García y Ramón Gómez. Producido por Altoconcept

Cuando estudiamos la geología terrestre observamos que la mayor parte de la superficie terrestre está compuesta por rocas sedimentarias. Se les llama sedimentarias porque cada una de estas capas procede de la sedimentación; es decir, de partículas, polvo o granos que fueron aportados por fenómenos naturales como el viento, el hielo o el agua, y se han depositado en forma de capas.

La columna geológica es la creencia que estas capas de sedimentos que se producen a lo largo del tiempo de alguna manera son un registro temporal de la historia de la tierra. Así cada capa se depositaría en una época determinada y contendría información sobre la fauna y flora de cada época. Según la teoría estratigráfica las capas de sedimentos que se encontraran a más profundidad serían más antiguas que las capas de sedimentos que se encuentran más cerca de la superficie.

De esta forma se llega a reconstruir una especie de historia geológica de la tierra. Сiertos fósiles guía aparecen en unos lugares, después se extinguen, y otros fósiles guía aparecen en otros lugares.

La columna geológica de Cuvier, la cual se basaba en el catastrofismo, sería pronto reinterpretada por Charles Lyell. Este abogado, convertido en geólogo y con una mente abierta a la evolución, daría su propia interpretación utilizando el concepto uniformitario de James Hutton.

El uniformitarianismo es una suposición que dice que los procesos naturales que vemos hoy en acción siempre han estado en acción, al mismo ritmo que vemos hoy en día.

Sir. Lyell quiso reinterpretar todos los estratos de la tierra en función de fenómenos muy lentos, muy pequeños, a muy pequeña escala, durante larguísimos lapsus de tiempo; de manera que un estrato de un determinado grosor tardaba muchísimo en depositarse en base de corrientes que iban arrastrando sedimentos muy poco a poco. En lugar de ser el resultado de grandes avenidas de agua que arrastraban grandes cantidades de sedimento y los depositaban en poco tiempo, como se había pensado hasta entonces, desde luego incluyendo Cuvier.

El uniformitarianismo se opone al catastrofismo, el cual explica muchos fenómenos naturales en base a catástrofes o sucesos repentinos, como la erupción de un volcán o la disposición sedimentaria rápida.

De esta manera Lyell iría construyendo su propia columna geológica y daría a ciertas capas edades de hasta 240 millones de años. Sin embargo, teniendo en cuenta que todavía no existían los métodos de datación absolutos, uno no puede más que preguntarse: ¿cómo pudo Lyell y sus correligionarios calcular tales edades?

“Como nunca se ha observado la evolución de una especie, se calculó que el tiempo necesario para haber un cambio de especie es un millón de años. Claro, esta cifra es absolutamente arbitraria. Y entonces se establece un razonamiento circular. Se ve en una roca que hay un fósil al que se le ha atribuido una edad; entonces se dice: “Bueno, este fósil tiene estos años (20 millones de años), entonces esta roca tiene también 20 millones de años.” Entonces, ¿cuántos años tiene este fósil? “20 millones de años.” ¿Por qué? “Porque está en esta roca.” ¿Pero cómo se sabe que esta roca tiene 20 millones de años? “Porque tiene ahí el fósil guía.” Y es un razonamiento circular.

Además, la columna geológica presentaría serias incongruencias difíciles de explicar: los fósiles no siempre se encontrarían en las capas correspondientes.

No podemos decir: bueno, he encontrado este animal en este estrato que es del Eoceno, porque el Eoceno está arriba de todo. Bueno, ¿y cuándo esta debajo de todo? “Oh bueno, es que aquí ha habido un fenómeno geológico de empuje lateral que ha desplazado a ese estrato por encima de otro porque ha habido también un movimiento vertical anterior.” Bueno, ¿y cómo lo sabemos? “Porque están fuera de orden.” Ah, pero no hay ninguna evidencia física de que haya habido este movimiento. “Pues tiene que haber habido, de alguna manera.” Y entonces empiezan a hacer hipótesis ad hoc para intentar explicar, porque no existe la evidencia de que haya habido movimientos.

El hecho es que no tenemos un registro geológico coherente. No aparecen todos los fósiles en el lugar que deberían aparecer. Entonces cuando aparecen en el lugar correcto para el evolucionista se acepta, cuando aparecen invertidos se busca una explicación de por qué en ese caso han aparecido invertidos.

Una de las evidencias más claras que contradicen las interpretaciones evolucionistas de los estratos son los fósiles poliestráticos. Eso significa fósiles que aparecen en distintos estratos al mismo tiempo. Por ejemplo, aparecen troncos de árboles en posición vertical que atraviesan varios estratos. ¿Qué nos dice este fósil? Nos dice que estos estratos no se formaron a lo largo de miles de millones de años, porque ningún tronco vegetal permanece en posición vertical durante miles de millones de años.

Esto son cosas que realmente tienen que llevar a poner en cuestión la columna geológica que no es nada más que una construcción mental.

El Monte Santa Helena, en Estados Unidos, es uno de los mejores ejemplos de los efectos geológicos repentinos que han podido observarse en nuestros días. Todo empezaría con el despertar de este volcán en 1980. La erupción sería de tal magnitud que acabaría arrasando todo lo que encontraba en un radio de 600 km. Por consiguiente, enormes e incalculables cantidades de desechos serían transportados con gran ímpetu río abajo, sin nada que les detuviese. Además, la ceniza expulsada por el volcán llegaría a depositarse hasta en once estados diferentes.

La erupción acabaría con la vida de 57 personas. Sin embargo, esta tragedia probaría ser algo útil: poco tiempo después varios científicos realizarían observaciones y experimentos que nos revelarían datos sorprendentes.

La explosión del Monte Santa Helena en Washington, en 1980, creó en una amplia zona una región compuesta por rocas sedimentarias, en las cuales podemos observar los distintos estratos que se formaron muy rápidamente, en cuestión de horas o días. Incluso, la lava posterior formó un cañón atravesando estos estratos, formando esta hendidura, que se conoce como el Pequeño Gran Cañón. Eso sucedió en un espacio de días o semanas; es decir, repentinamente.

Además, este evento nos revelaría incongruencias con los sistemas de datación radiométricos actuales.

Sabemos exactamente la edad, porque hubo testigos oculares y se cogieron las muestras, nos está dando valores, dependiendo del método, de cientos de miles de años e incluso de millones de años; lo que hablaría en contra de la fiabilidad de estos métodos, puesto que, si frente a muestras conocidas no me está dando un valor conocido, como puedo fiarme de aquellas muestras de las que desconozco totalmente la edad.

Y esto se ha dado también en casos con Uranio-Torio-Plomo, en que rocas de edades históricas han dado 4 mil millones de años, mil millones de años. Y sin embargo no podía tener aquella edad porque también eran rocas de edad conocida, de formación conocida. Y esto está documentado.

Continuará…

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